El Irazú
es un volcán activo con una larga historia de erupciones y ciclos eruptivos. Es
una zona de gran importancia hidrológica. En él, nacen varios ríos que
alimentan las cuencas del Río Chirripó, Río Reventazón, Río Sarapiquí y Río
Grande de Tárcoles. El origen de su nombre se debe a un poblado indígena que
existió en las faldas del volcán llamado Iztarú, palabra que para ellos
significaba cerro del temblor y trueno. Sin embargo, a través de los años por
comunicación verbal se modificó el nombre a Irazú. Es una de las áreas del
sistema más visitadas, tanto por turismo nacional como internacional.
Su
actividad se ha documentado desde el inicio de la colonia española (1563). El
primer relato histórico de una erupción data de 1723, cuando El cráter principal fue el responsable de la gran
erupción, provocando muchos temblores. El 9 de agosto de 1962 se reinició la
actividad del volcán pero para marzo de 1963 se le dio el carácter de
emergencia nacional. Esta actividad eruptiva se prolongó hasta 1965. Los
enormes volúmenes de cenizas procedentes del Irazú, causaron cuantiosas
pérdidas a la agricultura y la ganadería y afectó la salud de los habitantes
del Valle Central. El volcán Irazú ha mantenido manifestaciones eruptivas en
los últimos años, la última de ellas produjo una avalancha que se deslizó hasta
el cauce del río Sucio, en la Carretera Braulio Carrillo.
El Irazú es un escudo volcánico complejo (500 km2)
de forma subcónica irregular, la temperatura en el lugar oscila entre -3°C a
17°C. Es un estratovolcán (capas diferenciadas de material volcánico) de 3.432
metros de altitud, características estrombolianas (con erupciones violentas) y
cinco cráteres bien diferenciados. Los más importantes por su actividad
reciente son: el Cráter Principal casi circular y con paredes muy inclinadas,
mide 1.050 metros de diámetro y 300 metros de profundidad; el Cráter Diego de
La Haya de 600 metros de diámetro y 100 metros de profundidad. Otros cráteres
son: Playa Hermosa, La Laguna y el Piroclástico. Actualmente se observa también
en la ladera exterior del cráter principal, un área denominada las Fumarolas
donde se meite vapor de agua y gases.
La
vegetación en la parte más alta es característica del páramo pluvial subalpino,
zona de vida que se desarrolla a alturas superiores a los 3.300metros y hasta
los 4.000 m.s.n.m., típica de las regiones andinas.
Cabe señalar que es el único lugar en la Cordillera
Volcánica Central, que presenta este tipo de zona de vida, con especies como el
arrayán y el arracachillo.
Existen, además bosques casi puros de roble encino,
árbol de corteza dura, abundante en el sector atlántico del volcán. Se encuentran
parches de vegetación primaria, comprendidos en la zona de vida bosque pluvial
montano en las márgenes de los ríos, sector noreste del cráter principal, con
especies como roble negro, jaúl, salvia, matagente, lorito, escalonia,
candelillo, lengua de vaca y sombrilla de pobre.
La diversidad de animales es relativamente baja,
por su altitud, la deforestación y la actividad volcánica. Entre la avifauna
destacan especies como el junco volcanero, el carpintero careto, el yigüirro,
el jilguero, la lechucita parda, el trepador rojizo, la zacatera, el pitorreal
y varias especies de colibrís. Algunos mamíferos que se pueden observar son el
conejo de monte, el coyote, el armadillo, el puerco espín, la comadreja, el
caucel, el pizote y la ardilla roja.






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